Al siguiente día después del 8 de marzo las planas de los periódicos estaban repletas de noticias sobre la marcha que habían realizado miles y miles de #mujeres en nuestro hermoso país … ¡México!
Mujeres de todas edades, de todas las etnias, de todas las profesiones y oficios, con toda clase de vestimenta, pero eso si la mayoría con distintivos de color morado, que al caminar entre las calles de la Ciudad de México se confundían con el color de las flores de los árboles de Jacaranda.
Impactante observar las entrevistas, protestas y todas las historias de tanto dolor que referían al ir marchando las mujeres con las frases: ¡Ya basta!
¡Ni una más!
Conmovedor realmente mirar la #indignación, la #impotencia, la #discriminación y los tantos años del maltrato que han vivido las mujeres en nuestro país; sin embargo, por ello quiero hacer una breve reflexión dedicada a los #hombres.
Para aquellos hombres que inconscientemente luchan de distintas formas cada día desde el enojo o la impotencia por mantener su espacio dentro de la pareja o dentro de las organizaciones y de la convivencia diaria solo con la finalidad de ser mirados como hombres insustituibles por nosotras las mujeres.
De los mayores aprendizajes de vida: Recuerdo uno de mis primeros empleos en una gran empresa de manufactura con un 99% de varones dentro de ella trabajando en diversas posiciones, yo tenía escasos 26 o 27 años. Llegue a relacionarme muy pronto con directivos, uno de los directores ejecutivos de producción me invitaba a entrar a las juntas diarias donde se revisaban resultados de producción con sus gerentes de área, producción, calidad y seguridad, las juntas eran una verdadera “rendición de cuentas” este director tenía un bate de béisbol colocado estratégicamente detrás de la mesa de reunión en la sala de juntas destinada para estos encuentros.
Cuando comenzaban los cuestionamientos sobre los resultados no positivos, tomaba el bate y comenzaba a jugar con él entre sus manos recorriendo la mesa circular detrás de cada gerente, y recuerdo muy bien los consejos que yo recibía de algunos de ellos al finalizar esas reuniones, me decían que esa era una jungla y que yo tenia siempre que estar a la defensiva para que no se aprovecharan de mi por ser mujer ( cabe señalar que yo era la única mujer en esas juntas) que JAMAS me vieran débil y mucho menos verme llorar, por las razones que quieran, tenía que comportarme como uno de ellos, así de simple.
Lo aprendí muy bien con sus reservas, cuándo algo me ocurría o me llenaba de impotencia, recuerdo que me metía al baño de las mujeres y me encerraba a llorar en silencio, después me lavaba la cara, me maquillaba y salía como si nada ocurriera, tenia que ser fuerte, ruda y aparentar que no los necesitaba y que yo podía ser igual o mucho mejor.
Así duré mucho tiempo, mantuve los consejos en diferentes empleos, después no solo lo practicaba, sino que después yo misma lo enseñaba a las mujeres que llegué a tener a cargo ya en posiciones de liderazgo, que
terrible error cometía sin darme cuenta, sin ser consciente estaba excluyendo a lo que el hombre en esencia representa para la mujer.
Por supuesto este aprendizaje estaba presente en las relaciones con los hombres de mi sistema familiar y con mis parejas, se reflejaban en mi y en mis acciones. Hasta que la vida misma me fue mostrando que la exclusión es la agresión más grave para un ser humano y su alma, ya no podía justificar más mis acciones y seguir pagando las facturas de fracasos en relaciones interpersonales, en ese acto de consciencia comencé un trabajo personal profundo sobre incluir, honrar y respetar a lo masculino en todo mi entorno, sin juicio; solo aceptando que son parte de esta creación y que tienen un rol y una función maravillosa en la sociedad y en mi vida, y que yo nunca voy a poder competir con ellos, pues son diferentes a mí y a mis posibilidades. Nunca estaré de acuerdo con la violencia en ninguna de sus expresiones sin embargo puedo observar la exclusión de los hombres en muchas mujeres.
Somos complementarios, somos únicos e irrepetibles, así que agradezco a cada hombre de mi sistema familiar que haya estado en el tiempo y espacio perfecto para que estuviera yo en esta vida, honro a mis maestros académicos y de vida, a cada jefe o líder varón que me enseño y guío para crecer profesional y laboralmente, y a cada pareja ya que fueron mis grandes maestros de vida, los incluyo y les digo … GRACIAS, así como fue, fue perfecto…. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS a todos mis hombres!!
“La paz comienza en el corazón de las mujeres” Berth Hellinger”
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